Quizá ha sido por culpa de las altas expectativas que me producía “La teoría del todo“, la última película biográfica sobre el científico más famoso en la actualidad, Stephen Hawking, pero lo cierto es que me ha dejado tan indiferente que apenas puedo creerme que haya visto una película con intenciones lacrimógenas. Sé que me aparto de las corrientes críticas que alaban este film de James Marsh, pero sé que no estoy solo y que algunos de vosotros compartiréis mi estupor.
Crítica de “La teoría del todo”
Poca sinopsis es necesaria en un caso tan conocido a nivel mundial como es el fenómeno Hawking: un científico brillante con ELA (la enfermedad por la que surgió el Ice Bucket Challenge, por cierto) que se casó y vivió más tiempo del que todos esperaban. Tuvo tres hijos con su primera mujer y otro más con la segunda, aunque esto no aparece en la película, ya que se centra en su relación con Jane Wilde.
La fotografía es muy delicada y el equipo artístico ha hecho un gran trabajo con la ambientación, pero ha sido la banda sonora la que ha destacado por encima y se ha llevado la estatuilla en los Globos de Oro. No me opongo, pero la música de Johan Johansson me ha parecido chillona… Y no me malinterpretéis, si la escuchara desde mi mp3 en la cama, con las luces apagadas, me encantaría. Más bien, lo fliparía, pero en la edición se ha abusado y en algunos momentos es casi hasta molesta. Tampoco el recurso del flashback ha estado bien empleado. En general, la técnica para la narración me ha parecido muy floja y no ha dado el soporte necesario que necesita esta clase de guión.
Los personajes, sin embargo, están sólidos, y aunque Eddie Redmayne se lleve todas las alabanzas por su particular y alucinante actuación (se nota que se ha trabajado los espasmos, la voz, los movimientos faciales, etc.), a mí me ha conquistado una Felicity Jones totalmente en estado de gracia. Y para seros francos no es una actriz que me entusiasme; de hecho, era en la que menos confiaba, pero me alegro de haberme equivocado y haber descubierto sus dotes. Supongo que también ayude la simpatía que me ha causado el personaje desde el primer momento. Más que Hawking, para mí es ella la protagonista de “La teoría del todo”.
Y él, bueno, ¿qué se puede decir al respecto? Cuando un actor interpreta a alguien con una enfermedad degenerativa, tipo Daniel Day-Lewis o James McAvoy no oyes muchas críticas. Y yo no es que sea un insensible, pero en algunos momentos creo que la línea que separa una interpretación brillante de alguien con esta clase de discapacidad motora de una interpretación un tanto… jocosa, digamos, es muy muy muy fina y en más de una ocasión se traspasa, aunque no se quiera admitir por convención social. En cualquier caso, Redmayne está grande y es normal que las nominaciones se peguen a él como moscas.
Los secundarios también destacan. Los actores son el peso pesado de esta biografía descafeinada y al menos eso se agradece. Harry Lloyd (Brian en “La teoría del todo”) asume el papel de amigo gracioso y aprovechan para poner en su boca una pregunta sobre la fisiología de Hawking que todos nos hemos hecho alguna vez, pero a pesar de esto sus intervenciones están pasadas de rosca. David Thelwis, Emily Watson Maxine Peake y Charlie Cox escasos en pantalla, aunque muy correctos todos ellos. Quizá este último ha sido el que más ha podido lucirse por los debates morales en los que se consumía su personaje, pues su posición es frágil y está en el punto de mira de todos. El espectador también lo juzga.
Pero, como ya he dicho, la estrella de “La teoría del todo” es Jane Wilde Hawking. Y es una verdadera lástima que hayan decidido cortar cuando la fama alcanza al científico, ya que, precisamente, la chicha está en lo que viene después. También le sobra romance y le falta más consistencia física de un modo accesible al espectador medio. Creo que han temido que nos perdiéramos demasiado y han recortado todo lo posible y más, pero no ha sido una buena solución.
En fin, no es una película mala: sus actores principales están soberbios y la historia tiene interés, pero le falla la técnica narrativa y es como si tuviera horchata en las venas, si es que una película puede tener venas. Vosotros entendéis la metáfora.
Y esta es mi crítica de “La teoría del todo“. Si tuviera que punturala del 1 al 10 no le daría más de un 6. Ya me diréis vosotros qué opináis.