El maestro Clint Eastwood es muy grande. El hecho de que hoy sea considerado ya como uno de los mejores directores de la historia del cine no debe asombrar a nadie. Cuando tienes en tu currículum la dirección de obras tales como “Sin Perdón”, “Mystic River”, “Un Mundo Perfecto” o “Los Puentes de Madison” es lógico que el mundo se rinda a tus pies. En esta pequeña enumeración seguro que echáis en falta decenas de obras, pero principalmente una: “Million Dollar Baby“. La película que le daba a Eastwood su segundo Oscar es un auténtico clásico moderno del séptimo arte, pero todavía no sabéis de la que nos libramos, incautos.
La triste historia de Maggie y su lucha por cumplir el sueño de convertirse en una boxeadora pese a su poco apropiada edad nos cautivaba irremediablemente. La magnífica Hilary Swank levantaba también su segundo Premio de la Academia después de un intenso sacrifico para la preparación del papel y una interpretación sublime. Eastwood y Morgan Freeman le daban la réplica como mentores de la chica en este lúgubre y lírico retrato del mundo. Todo resultaba perfecto en la cinta, pero el factor “Maggie” estuvo cerca de fallar en la ecuación.
Lo cierto es que Hilary Swank no debía haber sido la protagonista de “Million Dollar Baby”. su participación en la película se debió más bien a un giro del destino… ¡O un giro de Sandra Bullock! La protagonista de “Speed” era la elegida para el papel de Maggie, pero rechazaría el proyecto para protagonizar… ¡”Miss agente especial 2″! Efectivamente, aquello pudo ser un desastre. Pese a que Bullock ha comenzado a confiar en su talento y versatilidad estos últimos años, por aquel entonces nos tenía acostumbrados a histriónicas interpretaciones que podrían haber destrozado la cinta de Eastwood. Pese a que hoy puede no parecernos tan descabellada la idea, casi que nos sentimos aliviados de que Swank acabase en un papel que le venía perfecto.
Gracias, Dios mío… Gracias.