Si por una frase recordamos la carrera de nuestro amado Clint Eastwood, esa es “Anda, Alégrame el día“. El actor y director firmaba uno de sus papeles más memorables dentro de la piel del inspector Harry Callahan y daba comienzo a una exitosa saga con la primera entrega, Harry el sucio. A cualquiera de nosotros nos parece imposible imaginar hoy al personaje sin la intensa mirada
de el bueno de Clint, pero el de Harry Callahan sería un papel que acabaría en manos de Eastwood por varios caprichos del destino.
El nombre del actor elegido en primera instancia era el del reconocidísimo Frank Sinatra. El actor incluso había firmado por el proyecto y se encontraba en plena preparación del personaje, pero una lesión en la mano le obligó a abandonar la idea de dar vida a Harry Callahan. Su maltrecha mano le impedía sujetar la inolvidable Magnum 44 tan característica del personaje.
Tras el chasco de perder a una estrella del calibre de Frank Sinatra, el estudio puso el ojo en uno de los tipos duros de Hollywood: John Wayne. “El duque” daba todo el perfil de justiciero urbano con su imponente aspecto y su característico caminar, pero al mítico centauro del desierto le pareció que el papel podía dañar su imagen al ensalzar la violencia de forma tan controvertida. El proyecto se quedaba huérfano y el guión tampoco lograba convencer a Robert Mitchum o Steve McQueen, por lo que finalmente se decidió que podría ser un buen momento para sacar a Clint Eastwood del western justo cuando cumplía los cuarenta años.
Las consecuencias de la decisión de apostar por el actor fetiche de Sergio Leone son evidentes. casi 45 años después de su primera aparición en la gran pantalla, el inspector Harry Callahan es una leyenda del cine y su intérprete, Clint Eastwood ya trasciende el término “leyenda”.