Dado que últimamente estamos en plan destroyer y parece que somos gente “enfadicada” con el mundo, hemos querido sacar nuestro lado más cuqui en nuestra nueva lista. La afición de un servidor por apuntar con el dedo a ciertos elementos del cine en busca de darle un giro de tuerca parece haber desviado la atención de lo más trascendente y lo que realmente nos une a todos los “Alucineros”: Nuestro desmedido amor por el séptimo arte. Sea como fuere, para demostrar que tras la apariencia que nos confieren las tijeras en lugar de manos hay dulces Eduardos, allá va esta lista con las 15 secuencias que nos enamoraron del cine.
15. Seven: Seguramente la cinta de David Fincher pegue duro a cualquier edad, pero enfrentarse a la maldad de John Doe (Kevin Spacey) en etapas cinéfilas tempranas puede marcar irremediablemente. A pesar de la inocencia, la infancia confiere a la mente un amplio catálogo de originalidad que puede ser transformada en crueldad por el incierto contenido de una simple caja.
14. El Séptimo Sello: La turbadora obra del enorme Ingmar Bergman sigue asaltando nuestros pensamientos cada vez una colina se planta ante nosotros al atardecer. Este oscuro ensayo sobre las distintas vertientes de la muerte y la secuencia final del viaje al otro lado se antojan imprescindibles en nuestra memoria cinematográfica.
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13. Regreso al Futuro: Vale que la película de Robert Zemeckis es uno de los recuerdos más tangibles del tiempo en el que empezábamos a despertar al cine con las películas de La Primera y que las secuencias que nos vienen a la cabeza son incontables, pero lo que realmente nos hace evocar puro cine es el música de Alan Silvestri.
12. El Secreto de sus Ojos: Por muchos años que pasen, el cine siempre seguirá teniendo grandes historias que ofrecernos. En plena crisis de fe te puede pasar algo como “El Secreto de sus ojos” y recordarte porque estás enamorado del cine. De la mano de Campanella y Darín puedes caminar a momentos como estos.
11. Camino a la Perdición: La razón de que este sea uno de los momentos que más nos emocionan de todos los que hemos visto en la gran pantalla es muy simple. En muy pocas ocasiones el rostro de un actor ha reflejado el cine en sí mismo. La mirada de Paul Newman lo hacía y firmaba su última secuencia en esta lírica escena bajo un cielo que lloraba por su despedida.