Si pensamos en un personaje femenino de auténtico empaque escrito en las últimas décadas, automáticamente se nos va a venir un nombre a la cabeza: Clarice Starling. La mujer a la que se le encargaba la dificil tarea de tratar con el temible y seductor, Hannibal Lecter, es hoy uno de los personajes más recordados dentro de la industria. La magistral interpretación de Jodie Foster tiene gran parte de la culpa. El inolvidable tándem formado con el maestro Anthony Hopkins les valdría a ambos intérpretes sendos premios Oscar y un lugar privilegiado dentro de la historia del cine. Lo que no podíamos imaginar el lo cerca que estuvo de llevar el rostro de otras actrices nuestra queridísima Clarice Starling.
Desde el arranque del proyecto, tres fueron las actrices a las que se tentó con la idea de convertirse en la inolvidable agente del F.B.I. Corría el año 1989 y la cinta se encontraba en pre-producción, pero la idea era contratar a alguna de las estrellas del momento. El primero de los nombres en la lista de Johathan Demme era el de Michelle Pfeiffer. La rubia actriz atravesaba su mejor momento en Hollywood y tenía un perfil muy adecuado para el personaje. El problema es que Pfeiffer consideró el papel demasiado controvertido por el contenido violento de la cinta. Cuesta creerlo, pero la misma mujer que aceptó un papel en la salvaje “El Precio del Poder” (Brian de Palma), consideraría demasiado perverso el guión de “El Silencio de los Corderos“.
Michelle Pfeiffer no es la única a la que podemos acusar de “puritanismo”. Si la actriz dejó pasar así uno de los frandes papeles de la historia del séptimo arte, Meg Ryan y Melanie Griffith harían lo propio acto seguido. La que no dudó ni un instante fue una Jodie Foster que terminaría regalandonos a una Clarice Starling perfecta.