¿Alguna vez habéis tenido una extraña sensación viendo “El club de la lucha“? Tranquilos. No estáis locos. Allá por 1999 el sensacional David Fincher se sacaba de la manda esa oda al nihilismo llamada “El club de la lucha“. El hombre que había aterrorizado a todo el planeta con la oscuridad de “Seven” cambiaba de género pero no de estilo. La historia del joven hastiado de su irrelevante existencia y víctima del insomnio (Edward Norton) que se une con un carismático vendedor de jabón (Brad Pitt) para funda un club secreto en el que poder descargar frustraciones e ira, se convertía en un arrollador éxito. Una auténtica “master piece” que se guardaba sus particulares mensajes ocultos.
Todo el que haya visto la famosa cinta sabe que el personaje de Tyler Durden (Brad Pitt) explica en un pasaje de la cinta que trabajó en unos cines proyectando películas. Allí aprovechaba para incrustar entre los fotogramas de los filmes imágenes fálicas. Pues bien, del mismo modo en que Tyler lo hacía, David Fincher introduce imágenes subliminales de fracciones de segundo durante los primeros minutos de la película. En ellas se puede ver la imagen de Tyler Durden antes de que este aparezca en la cinta.
De este modo, David Fincher va dejándonos ver el hecho de que Tyler Durden es una creación de la mente del protagonista, haciéndonos partícipes de un curioso juego psicológico. Mucho estilo el del amigo Fincher.