Seguramente estemos ante una de las leyendas urbanas más sórdidas de Hollywood. Como no podía ser de otra forma, nos tenemos que remontar a un rodaje de Stanley Kubrick. El enorme director siempre fue un gran aficionado a sacar el máximo de sus actores, empleando cualquier tipo de método por radical que este fuese. Su obsesión por lo orgánico y salvaje de la interpretación le llevaría, en muchas ocasiones a protagonizar momentos traumáticos para los intérpretes que se ponían a sus órdenes, pero con Harvey Keitel la radicalidad ya la traía el actor de casa.
“Eyes Wide Shut” era otra de los grandes proyectos frustrados de Kubrick. durante mucho tiempo, el director trataría de sacar a delante una película francamente arriesgada. Para ello decidía apostar por un Harvey Keitel que ya se había enrolado en la empresa en anteriores intentos por llevar a cabo el filme. El problema es que, cuando al fin llegó el momento, Harvey Keitel se pasó de la raya. El paso de los años había logrado aplacar al salvaje actor que fue en los 70 y los 80, pero todavía quedaban demasiados vestigios de aquel tipo.
Según las malas lenguas, Keitel estaba empeñado en conseguir las dosis de erotismo necesarias para que las interpretaciones fuesen óptimas. Así las cosas, el actor no tuvo ningún reparo en masturbarse entre toma y toma para aumentar el voltaje adecuado. El revuelo sería mayúsculo después de que ciertos fluidos corporales del actor acabasen en el pelo de Nicole Kidman. La actriz australiana y gran parte del equipo consideraron impresentable la forma de actuar de Keitel, por lo que Stanley Kubrick optaría por prescindir del actor.
Após a última sessão de tratamento de seu paciente.
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