Al parecer, Ian Curtis vio Stroszek de Werner Herzog la noche antes de suicidarse. No tenía ni idea cuando yo vi esa película hace años. No me entraron ganas de colgarme, más ganas de lo que puede ser normal… Stroszek es una de las mejores de Herzog, pero este episodio asociado al cantante de Joy Division la convirtió en un mito, al menos entre los aficionados al grupo de Salford.
Ya me habían recomendado en muchas ocasiones la cinta de Anton Corbijn, pero no soy nada aficionado a las cintas biográficas sobre músicos o artistas en general. Los biopics me suelen hinchar un poco lo que viene siendo. ¿Por qué? Son todas muy similares, incluyendo esquemas narrativos que se repiten, se repiten y se repiten… Pero bueno, me dejaron el DVD y oye…
Así en general podemos concluir que Control es una película apreciable. La elección del blanco y negro responde a un criterio puramente estético pero ayuda a apuntalar una cierta sobriedad que quiere transmitir Corbijn en su relato. Relato pausado, con un punto claustrofóbico que nos muestra la adolescencia y paso a la adultez de Curtis acompañado de sus colegas que formarían un grupo de leyenda.
Es el tono lo más acertado de Control. Suspiramos de alivio cuando comprobamos que no hay ni rastro de los efectos pirotécnicos del biopic hollywodiense que la meca del cine factura como churros. Todos iguales, todos patéticos. Esto no es un dramón de tres pares, una historia con grandes y milimetrados picos de intensidad.
Es una historia simple, pero amenazadora. La vida real.
La vida que a unos mata mientras otros fruncen el ceño. “¿Por qué?, ¿por qué lo hizo?”. A saber, a veces son detalles. Esto me recuerda a una de las mejores escenas de De la vida de las marionetas de Ingmar Bergman, cuando el psiquiatra ridiculiza las tentativas de suicidio de su paciente y amigo Peter Egerman. El suicidio puede ser el asunto más turbador del mundo, pero también algo sorprendentemente absurdo y casual.
Así, Control es una cinta interesante, con la siempre eficiente Samantha Morton interpretando a la mujer de Curtis, que tal vez decepcione a los que busquen una causas épicas en la muerte del ídolo. Se colgó, sí, pero también podía haberse ido de gira a Estados Unidos con sus colegas. Y ahora fijo que estaría preparando su enésima actuación en el Reading.
Control, por supuesto, también sirve para escuchar algunas de las canciones de Joy Division, los padres del after-punk (más tarde llamado post-punk). Padres, literalmente, pues buena parte de la música que se facturó en los 80 y en las dos primeras décadas de siglo XX bebe del grupo británico.
David Rubio
la vi ya hace un tiempo, y no me decepcionó. Como amante de la música me gusta este tipo de películas. La vida de Ian Curtis, una estrella de la música que como muchas otras tuvo una vida corta.
La banda sonora, pues de categoría. Joy Division forever