Hablar de Clint Eastwood son palabras mayores. Cuando el nombre del maestro sale a relucir, lo propio es quitarse el sombrero y bajar la mirada. Desde hace seis décadas, el viejo Clint nos viene demostrando que se puede ser uno de los grandes iconos de la interpretación y uno de los mejores directores de la historia al mismo tiempo. Por ello, no es de extrañar que si aparece por ahí un tipo con el apellido Eastwood, es talento se presuponga.
Sin hace ruido y apostando por el trabajo como clave del éxito. Así ha aterrizado Scott Eastwood en lo más alto de la industria. A sus 32 años, el cuarto de los ocho hijos del actor no ha seguido un camino sencillo. Su padre siempre le enseñó que para dedicarse a esto del cine lo, se vale o no se vale. No había lugar para atajos por ser el niño de sus ojos. Así, después de pequeños papeles en algunas de las cintas de su padre y en producciones menores, Scott Eastwood ha llegado a su madurez.
Como todo galán actual que se precie, Scott Eastwood acaba de firmar su primer protagonista en una adaptación de best-seller de Nicholas Sparks. El viaje más largo suponía la presentación del intérprete ante el gran público. El primer paso de un prometedor futuro en la gran pantalla. No en vano, su nombre se encontraba entre el reparto del , Escuadrón Suicida. A las ordenes de Oliver Stone en Snowden, exitazo con A todo gas 8 y blockbuster gigante con Pacific Rim: Insurrección. Para colmo, su nombre suena cada vez más para convertirse en el nuevo Lobezno.
Así las cosas, el camino es largo para emular a su padre, pero Scott Eastwood es un trabajador infatigable. Veremos cuál es su techo…