En alucine somos unos enamorados de la pequeña pantalla. La que hemos bautizado como la “Edad de Oro de las Series de Televisión” sigue regalándonos maravillas de las buenas. Mientras seguimos de cerca los avances de “The Walking Dead”, “Juego de Tronos”, “True Detective” (Si. Nos ha gustado la segunda temporada), “Homeland” o “House of Cards”, no perdemos de vista esas maravillas que irrumpen en pantalla sin que nos demos cuenta.
Hace unas semanas poníamos el acento en “Mr. Robot” y en la sensacional propuesta de una ficción que nos cautivaba con su primera temporada. Pues bien, en esta ocasión es momento para dedicar nuestro más sincero aplauso a una serie que resulta asombrosamente brillante. Así es, queridos amigos. Os invitamos a viajar de nuevo a “Fargo”.
Después de firmar diez capítulos para la historia de la televisión, lo que se planteaba como una serie autoconclusiva anunciaba una segunda temporada en la que se nos mostraría una historia completamente diferente. Así aterrizaba en nuestras pantallas un nuevo destilado de la esencia de la gran obra de los hermanos Coen. Para sorpresa de todos, resulta que el nuestro retorno a los helados parajes de Minnesota es incluso más ingeniosa y audaz que su predecesora, lo que nos parecía imposible. Con su tercer episodio, la ficción pone de manifiesto que no solo estamos ante un guión mayúsculo, sino que la puesta en escena alcanza un nivel de maestría que llega a emocionarnos. Elevemos a Noah Hawley a la categoría de semidiós.
¿Cómo sustituir a Billy Bob Thornton, Martin Freeman y compañía? Pues nunca podremos olvidar la intensidad de aquellos personajes en un puñado de situaciones que les venían grandes, pero nuestro cerebro se encuentra hipnotizado por el buen hacer de Patrick Wilson, Kristen Dunst, Ted Danson, Jean Smart o Jesse Plemons.
No hay palabras o calificativos dignos para tal espectáculo. “Fargo” no es una serie. Es una razón de ser.