Nota: 7,5
De cuando en cuando, uno se sienta ante la pantalla sin saber que acaba de entrar en un juego en el juego de algún astuto creativo. Pese a enfrentarte a lo que parece ser una proyección común y corriente, lo cierto es que la cosa empieza a tomar cariz insospechado con el paso de los minutos. Así, casi sin darte cuenta, acabas zarandeado como un bolsa a merced del viento ante la puerta de un garaje. Da igual lo que veas o lo que creas ver. La realidad es que siempre caminas un par de pasos por detrás de quien ha decidido que la materia de tu mente es absolutamente maleable.
Dicho esto, poco más podemos decir de “El regalo” sin estropearos esta gratificante propuesta cinematográfica. Cuando un matrimonio acomodado (Rebeca Hall y Jason Bateman) deciden comprarse una nueva casa, poco pueden imaginar que sus vidas se verán alteradas por un viejo amigo de la escuela del hombre, que vive en los alrededores. El inquietante tipo (Joel Edgerton) comenzará a estrechar amistad con la pareja, haciéndoles continuos y misteriosos regalos cada día.
¿Esta todo claro? Pues ni si, ni no, sino todo lo contrario. “El Regalo” decide apostar por los lugares comunes durante buena parte de su metraje, pero el único objetivo de ello es el de lograr que bajemos la guardia para comenzar a asestarnos un gancho tras otro. Muy poquitas veces nos hemos encontrado con que un director (también guionista) trata de parecer falto de estilo o de originalidad adrede. Solo es parte de un juego en el que nosotros nos pasamos casi dos actos creyendo que estamos ante un trabajo entretenido, pero irrelevante. Esas son las normas marcadas por Joel Edgerton sin que nosotros los sepamos. Efectivamente, el sensacional actor se ha revelado como un director y guionista sensacional. El protagonista de “Animal Kingdom”, “Exodus” o “Black Mass” no es solo uno de los intérpretes de moda, sino que su talento tras la cámara promete darnos muchas alegrías en el futuro.
Cuando uno mira hacia atrás y recuerda “El Regalo”, resulta difícil quitarse de encima la sensación de que la cinta no va muy allá. La razón de ello es que, durante los dos actos mencionados, así es. Seguramente eso impida que pase a nuestra lista de películas favoritas. Pero lo que no podemos olvidar es que no es torpeza de su director, sino un enorme acierto de cara a lograr que el espectador esté a su merced para regalarle la maravilla final que siempre estuvo en su mente. Enorme trabajo.
Héctor Fernández Cachón