Allá por 1993, el director Luc Besson comenzaba a preparar el que sería uno de los grandes éxitos de su carrera. La sensacional León, el profesional se convertía en un clásico de culto al instante. Buena parte de la culpa de ello la tenía un actor que despuntaba por aquellos días y que respondía al nombre de Jean Reno, pero también una jovencita de 12 años que acabaría por convertirse en una de las grandes intérpretes de las siguientes décadas. Ni más ni menos que Natalie Portman.
Mathilda es una niña de doce años que no se lleva bien con su familia, excepto con su hermano pequeño. Su padre es un narcotraficante que hace negocios con Stan, un corrupto agente de la D.E.A. (Departamento gubernamental contra las drogas). Un día, mientras Mathilda está en un supermercado, Stan mata a su familia. Se refugia entonces en casa de Léon, un solitario y misterioso vecino que resulta ser un asesino a sueldo, pero, como no le queda otra alternativa, hará un pacto con él: ella se encargará de las tareas domésticas y le enseñará a leer a Léon; éste, a cambio, le enseñará a disparar para poder vengarse de quienes mataron a su hermano.
Con esa premisa se presentaba en los cines una película convertida hoy en obra de culto. Pero el magnífico filme se encontraría con ciertos problemas de censura, ya que algunas escenas sembraban cierta polémica al poder interpretarse como un tratamiento benigno de la pedofilia. Si a eso le añadimos el hecho de que Luc Besson mantenía una relación, por aquel entonces, con una menor, la polémica estaba servida. Atentos a la escena censurada y que no pasó el corte final.