El DVD de la semana: “La Habitación”

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Nota: 9,5

Pocas veces un trabajo se merece tanto unas líneas como “La Habitación”. Después de pasar la resaca de la temporada de premios, toca hacer balance. Como españoles que somos, el mes de marzo suele marcar el final de los grandes estrenos del año anterior. Muchas son las cintas que nos llegan con retraso, de ahí que nuestras opiniones suelan contaminarse antes de sentarnos en la butaca de cine tras semanas escuchando hablar de una u otra cinta.

Así, al frío sol de marzo, llega el momento de hablar de “La Habitación”. No es tarea sencilla, ya que nuestro rico castellano se queda pobre en casos como este. A veces, encontrar palabras adecuadas para definir una sensación se antoja tarea imposible. ¿Sabéis esa cosa que notas en el estómago y que parece ir atenazándolo poco a poco? Seguro que si. Es esa emoción que se extiende hasta los poros de tu piel, que eriza tu bello y que llega hasta tu garganta. Nos referimos a la sensación de que las lágrimas inunden tus ojos, pese a que nada sea demasiado dramático. Ese sentirse sobrecogido ante la mera contemplación de la belleza. ¿Sabéis ahora de lo que hablo? Pues eso es “La habitación”.

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Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras que para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve años. Con gran tesón e ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida para su hijo, y su amor por él es lo único que le permite soportar lo insoportable. Sin embargo, la curiosidad de Jack va en aumento, a la par que la desesperación de su madre, que sabe que la habitación no podrá contener ambas cosas por mucho más tiempo.

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La premisa es cruel ¡Vaya que sí! Lo que ocurre es que el dolor es obvio. Las espinas que se van clavando en el corazón no requieren de subrayados. De ahí que cualquier idea de explicitar las numerosas aristas cortantes de la trama quede desahuciada. Esa sensacional madre construida por Brie Larson sabe lo que se está sufriendo y todos nosotros también. El campo de la sugerencia es suficiente para entender el dolor de unos personajes que gritan en silencio.

Cruda, lírica, humana, elegante… así es la cinta de Lenny Abrahamson. Seguramente, lo mejor que le ha ocurrido al cine en los últimos años.

Héctor Fernández Cachón