Nota: 7
Esta galaxia muy, muy lejana está cargada de historias que merecen ser contadas. Pocas cosas existen por las que merezca la pena dar la vida, pero la libertad es una de ellas. Desde hace unas cuantas décadas, la lucha contra la dictatorial mano de hierro del Imperio (refundada como Nueva Orden) se ha convertido en la causa de millones de cinéfilos. Ya fuese en compañía de Luke, Obi Wan o Rey, lo cierto es que la cosa siempre ha tenido encanto. Grandes héroes, elegidos, héroes… Así transcurría el irregular periplo por siete películas distintas. Un camino del que Rogue One: Una historia de Star Wars se ha desviado con éxito.
Aquí no hay sables láser ni héroes sobre los que se escribirán canciones. Sin embargo, este disfuncional grupo de rebeldes se han ganado un lugar de honor dentro de la saga galáctica. Sin alcanzar el nivel de las dos primeras películas desarrolladas por George Lucas, lo cierto es que su aire retro nos transportan a tiempos oscuros para la resistencia, pero gloriosos para los espectadores. Los engranajes del filme parecen torpemente ensamblados durante la primera mitad del metraje y es ahí donde se le ven las costuras al invento. Sin embargo, la maquinaria se va engrasando a medida que se desarrolla la historia, ofreciéndonos algunos de los pasajes más disfrutables de cuantos hemos visto en los casi 40 años de vida de Star Wars.
¿Cuando funciona Rogue One? Pues cuando se la juega. La estructura es bastante parecida a la vista en las siete películas anteriores, pero esos tintes de nostalgia y oscuridad suponen una sacudida cada vez que se vislumbran. Da la sensación de que Disney ha permitido más libertad de la esperada a los creadores del filme, y es ahí donde Rogue One luce. Sería maravilloso ver lo que ocurriría si dejásemos el universo de George Lucas en manos de un tipo dispuesto a romper moldes. Star Wars da para mucho.
Sea como fuere, Rogue One nos recuerda las razones que nos enamoraron de la saga galáctica. Parece haberse dado un salto de madurez que, de continuar la progresión, podría llevarnos a un Episodio VIII legendario. Por lo pronto, el dios de las pequeñas cosas se ha reencarnado con éxito en las figuras de Jyn Erso y compañía, llegando a brillar como auténticos Jedis en algunos momentos.
Héctor Fernández Cachón