5. Carol: Si unimos el arrollador talento de Todd Haynes con la imponente Cate Blanchett y una Rooney Mara en estado de gracia, lo normal es que el resultado sea una de las grandes joyas del año. La historia de amor entre dos mujeres que Todd Haynes nos ofrece es de esas que te arrancan una lágrima ante la belleza de lo que estas presenciando. Tan sofisticada como la mirada de sus dos inmensas protagonistas, Carol se convierte en una de las películas más imprescindibles de los últimos años.
4. Tarde para la Ira: Impresionados ante el debut en la dirección de Raúl Arévalo. El genial intérprete se marcaba una película de apariencia austera, pero de contenido arrollador. La cruel historia de venganza protagonizada por el inmenso Antonio de la Torre nos lleva por un oscuro y sucio camino plagado de realismo. No es sólo que la espiral de violencia que alcanza el filme nos transporte a lugares insospechados, sino que podemos estar ante una de las películas más brillantemente dialogadas de la historia del cine patrio.
3. Animales Nocturnos: Para aquellos que todavía albergasen alguna sospecha sobre Tom Ford, ya ha quedado claro del todo que su elegancia como diseñador sólo es comparable con la que muestra tras las cámaras. Un alarde de forma, pero también de fondo. Este thriller negro con aires de western moderno nos enseña un camino de destrucción espiritual no apto para corazones frágiles. Un viaje a emociones insanas.
2. La Llegada: Cuando te piensas que el cine está perdiendo la capacidad de sorprenderte, Denis Villeneuve te demuestra que el talento sigue corriendo a raudales. Obra cumbre de la ciencia ficción del nuevo milenio, el filme nos muestra un contacto extraterrestre descomunalmente realista y lógico. Lo que pasa es que, cuando todavía creemos estar viendo una película audaz, la cosa se transforma en una de las obras más hermosas que nos ofrece el cine moderno.
1. La Habitación: ¿Sabéis esa cosa que notas en el estómago y que parece ir atenazándolo poco a poco? Seguro que si. Es esa emoción que se extiende hasta los poros de tu piel, que eriza tu bello y que llega hasta tu garganta. Nos referimos a la sensación de que las lágrimas inunden tus ojos, pese a que nada sea demasiado dramático. Ese sentirse sobrecogido ante la mera contemplación de la belleza. Pues eso es “La habitación”. Gritos en silencio, crueldad y lirismo.