Querido Jack, ya son siete años sin filmar. Realmente, no tenemos muy claro qué te ocurre. Muchos son los que afirman que el cruel Alzheimer ha hecho presa de esa histérica y encantadora mente, pero lo único que tenemos claro es que el tiempo sin cruzarnos contigo es ya demasiado. Los espectadores somos injustos en muchas ocasiones y tendemos a olvidar por voluntad propia. Sin embargo, tu tienes algo que los demás no tiene: Eres Jack Nicholson.
La pasada noche, la reproducción de videos en una famosa plataforma me llevó, fortuitamente, a unas imágenes que me hicieron añorarte. En ellas, Jim Carrey se plantaba en el homenaje de la AFI a Meryl Streep. El bueno de Jim comenzaba a mostrarnos su particular talento a base bromas e imitaciones. Entre ellas, lucía especialmente la que hacía de ti. Mientras tanto, tu estabas entre el público brindando esa descomunal sonrisa y unas carcajadas de arrebatadora sinceridad. En ese momento fui consciente de cuanto te añoraba.
No han sido pocos los empeñados en decir que tenías sólo un registro. Mentira podrida. Con tus cejas, con tu histrionismo y con tu manera de caminar afrontabas cualquier reto, pero podías ser el tipo más tierno, el psicópata más loco, el simpático de la clase, el más cruel del planeta o un auténtico tipo serio. Talento y carisma a raudales en la misma corriente de agua.
Nunca se te dio bien el tema personal. Tu mismo has reconocido siempre que las mujeres terminaban por no soportarte, y con razón. Al mismo tiempo, todavía falta un compañero de profesión que no alabe tu cariño, cordialidad, compromiso y entrega en las decenas de rodajes que tuvieron el honor de contar contigo. De hecho, comenzar a enumerar papeles grandiosos de tu carrera se antoja una tarea innecesaria.
Llevamos mucho sin saber de ti y puede que hayas olvidado todas esas cosas. Sin embargo, que sepas que nosotros no te olvidamos, querido Jack.