“Te diré algo que ya sabes. En el mundo no todo es color de rosa, es un lugar mezquino y feo y por más fuerte que seas, la vida te pondrá de rodillas y no te dejará levantar si es que la dejas. Ni tu, ni yo, ni nadie golpea tan fuerte como la vida. Pero lo importante no son los golpes que das. Si no lo que eres capaz de soportar sin bajar los brazos. Cuanto eres capaz de resistir, sin tirar la toalla. Así es como se gana. Si sabes cuanto vales, exige lo que te mereces. Aguanta los golpes y no comiences a señalar ni a él, ni a ella ni a nadie porque no estas donde quieres estar. Los cobardes hacen eso y tu no eres un cobarde, tu eres mejor que eso.”
Muy al pelo nos viene ese sensacional diálogo de Rocky Balboa para hacernos una idea de lo que pasó por la mente de nuestro querido Sylvester Stallone. A día de hoy, Sly es uno de los tipos más queridos por el público y se ha ganado el respeto de propios y extraños, pero hubo un día en el que la vida se le torció por completo.
Allá por los años 70 había un joven de mandíbula torcida que trataba de hacerse un hueco en la industria del cine. Su musculado aspecto parecía limitarle a ciertos papeles y su físico parecía la única razón de que algunos filmes contasen con él para roles secundarios. Llegaba el año 1975 y la carrera de Stallone parecía no ir a ninguna parte. Tenía sólo 100 dólares en el banco y no se le respetaba. Estaba a punto de tirarlo por la borda, ya que el mundo le daba la espalda. El bueno de Sly incluso se planteaba vender a su perro por no tener dinero para alimentarlo. Tenía dos opciones: desistir o jugársela con todo.
En ese instante, Sylvester Stallone decidió comenzar a escribir un guión llamado “Rocky”. Como no podía ser de otra forma, los grandes estudios pronto vieron una oportunidad. Pese a no tener ni un dólar en el bolsillo, Sly rechazaba todas las ofertas de compra. No estaba dispuesto a negociar si él no era el protagonista de la película. Finalmente, United Artist aceptó las condiciones de un joven que se la estaba jugando a todo o nada, comenzando la leyenda de Stallone con una cinta que terminaría ganando el Oscar.
Su peor día fue cuando su hijo murió.