Llegar a lo más alto en la industria del cine no es tarea sencilla, pero tanto o más complicado es lograr mantenerse en la brecha después. No son pocas las ocasiones en las que hemos asistido a ascensos meteóricos como teloneros e una carrera cargada de irrelevancia. Un camino que, pese a ser pronto para decirlo, podría coger la sensacional Alicia Vikander de no cambiar pronto su política de trabajo.
A lo largo de los últimos años, esta joven sueca se ganaba el respeto de todo cinéfilo. Sus papeles en Un asunto real, Ex Machina o La Chica Danesa encumbraban a una actriz que lograba el Oscar por esta última. Sin embargo, ese torbellino de talento apellidado Vikander estaba empeñada en hacer papeles de todo tipo. Si decimos que la intérprete ha estrenado 10 películas en menos de dos años, ya nos podemos hacer idea del alcance de la situación. Son of a Gun, El Séptimo Hijo, Burnt o Jason Burn mostraban una preocupante tendencia a aceptar todo lo que le caía entre manos, lo que no parece que vaya a cambiar en los próximos tiempos.
Su aterrizaje en la trilogía de Tom Raider como la nueva Lara Croft se antoja un paso arriesgado en la carrera de una Alicia Vikander que parece caminar por la cuerda floja a la hora de elegir proyectos. Veremos si termina exprimiendo su infinito potencial o decide apostar por cantidad en vez de calidad.
¿Jason Burn? ¿Tom Raider?