Pudo haber sido uno de los proyectos más rarunos de la historia del cine. Allá por 1990, el cine mundial comenzaba a descubrir el inmenso talento de nuestro grandísimo Pedro Almodóvar. El director manchego ya llevaba años triunfando en suelo nacional, pero su nominación al Oscar por Mujeres al borde de un ataque de nervios colocaba su nombre entre los de los más prestigiosos directores de la industria.
Así las cosas, no es de extrañar que desde la meca de Hollywood tratasen de convencer a Almodóvar para que se embarcase en su primer proyecto en suelo americano. De hecho, la oferta que le pusieron sobre la mesa era más que jugosa.
“Quizás fue porque no estaba seguro de mi nivel de inglés. O tal vez porque, aunque me prometían libertad artística y el derecho al montaje final, no me lo creía del todo”. Con esta confesión para New Yorker, Pedro Almodóvar se refería a la oferta que le pusieron encima de la mesa para dirigir a Whoopi Goldberg en Sister Act. Efectivamente, la famosa comedia estuvo muy cerca de llevar el sello del director manchego, lo que no deja de sonarnos como una posibilidad bastante extraña.
Finalmente, Sister Act iría a parar a las manos de Emile Ardolino (Dirty Dancing) y se convertitía en todo un éxito de taquilla.