Le hemos dado un tiempo para que todo reposase y no juzgar el asunto con excesiva severidad, pero la cosa no ha mejorado. Hace unos meses se nos presentaba Underworld: Guerras de Sangre, la quinta y última entrega de la saga de vampiros y licántropos. Cierto es que las anteriores películas no eran Ciudadano Kane, pero tampoco ningún caos. Durante casi quince años, la saga Underworld nos regalaba entretenimiento del bueno, por lo que su despedida prometía hacérnoslo pasar en grande. Nada más lejos de la realidad…
No se puede comprender que actores del calibre de Kate Beckinsale o Charles Dance se hayan prestado a semejante desastre. La cinta que venía a poner el punto y final a la larga guerra entre las dos razas se convertía en poco menos que ridícula. Más allá de ofrecernos una recopilación de momentos vergonzosos, Underworld: Guerras de Sangre nos ofrecía un caos narrativo de esos que hacen historia. En muchos momentos del filme nos sentíamos abrumados ante semejante falta de conexión y un montaje lamentable.
Pero ahí no acaban los defectos de la película. Poco o nada tiene sentido en esta carrera hacia adelante que se nos presenta. Efectos cutres a más no poder aderezan el desarrollo de un filme que llega a un clímax irrisorio y que, de repente, se acaba. Indigno final para una saga que merecía una despedida más honrosa.