Se antoja como algo imprescindible. Si un actor merece tener un Oscar en las estanterías de su casa, ese es Joaquín Phoenix. De carácter extraño, pero de talento inconmensurable, este tipo es uno de esos actores que, cuando se dejan caer por la gran pantalla, a todos nos queda recuerda por qué estamos enamorados del cine.
Gladiator, En la cuerda floja, The Master o Her se antojaban situaciones más que ideales para que se fuese a casa con su primera estatuilla. Sin embargo, parece que en Hollywood no dejan de considerar que Phoenix es un individuo demasiado raro para dejarlo entrar en su juego. Son ya tres las ocasiones en las que el intérprete se ha ido a casa de vacío, lo que podría estar muy cerca de llegar a su fin.
En Cannes ya le han dado su bendición. Hace unos días, Joaquin Phoenix se alzaba con el premio al Mejor Actor gracias a su papel en You Were Never Really Here. La nueva película de Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) se convierte en el escenario ideal para que Phoenix despliegue todo su talento. Su papel de antiguo veterano de guerra que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres explotadas sexualmente es una delicia. Parece que esta vez tiene todas las papeletas para lograr un Oscar que ya nadie puede discutirle.