5. La La Land: Si el mundo tiene un escenario ideal para mezclar éxito y fracaso ese es la ciudad de Los Ángeles. Allí, los sueños de los menos se hacen realidad mientras que los de la mayoría se estrellan contra el suelo. No se podría imaginar un mejor contexto para que Emma Stone y Ryan Gosling desplegasen todo su talento y esa química a la que tan acostumbrados nos tienen. Una película con tan arrollador encanto no podría tener mejores exponentes. Sus miradas son el espíritu de La La Land. Estamos ante un fenómeno cinematográfico, pero de esos que se merecen serlo. El qué y el cómo resultan magníficos. Hay rabia, encanto y melancolía de un futuro que no existe y que deseamos con todas nuestras fuerzas.
6. Múltiple: Puede que desde su opera prima, Shyamalan no haya conseguido un éxito similar. Y es queMúltiple resulta absolutamente seductora. Tiene el atractivo de ese cine que, al cabo de unos minutos, hace que te preguntes si estabas respirando. Es ahí cuando coges una profunda bocanada de aire para enfrentarte a la tensión que sobrevendrá, porque Múltiple no permite más descanso que ese.Como en sus mejores trabajos, M. Night Shyamalan desarrolla a la perfección esa sombra simbólica con la que ya tiene casi todo ganado. Una amenaza desconocida flota en el ambiente y, durante gran parte del metraje, el objeto no es otro que el de alimentarla con el firme objetivo de menoscabar nuestro ánimo ante la promesa de una fatal irrupción. Si a eso le añadimos un plano final inconmensurable…
7. Moonlight: La vida de un chico negro americano en un entorno complicado parece una historia nacida para caer en los lugares comunes. Rap, pandillas, atracos a licorerías y la falta de oportunidades serían pilares suficientes para facturar un producto resultón. De hecho, si añadimos el tema de la homosexualidad, parece que ya podemos prepararnos para vivir un dramón plagado de momentos descorazonadores. Eso es lo que haría cualquiera que no fuese Barry Jenkins y que no hubiese construido la descomunal maravilla que es Moonlight. filme. Amor romántico, amor maternal, amor altruista y amor tóxico. No hace falta ver, oír, ni tocar para que las emociones se claven como espinas. La sutileza bien gestionada puede golpear mucho más duro que nada.
8. Lion: Saroo Brierley es un niño que con tan sólo cinco años se perdió en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa. Tras un largo viaje acabó siendo adoptado por una pareja australiana. Veinticinco años después, con la única ayuda de Google Earth, Saroo intentará encontrar a su familia biológica. Si alguien encuentra una película más cargada de emociones y honestidad, que lo diga. Lo que aquí vivimos es un viaje cinematográfico por lo oscuro y dorado de este perro mundo. Enorme construcción de un triste relato.
(Parte I)