Ha sido una de las pérdidas más duras de los últimos tiempos. Millones de cinéfilos nos quedábamos de piedra el pasado mes de diciembre cuando se conocía la noticia de que Carrie Fisher había muerto a los 60 años de edad. Al parecer, un infarto sufrido en un vuelo poco antes de llegar a Los Ángeles tenía la culpa de que nuestra queridísima princesa Leia nos dijese adiós de forma prematura.
Pues bien, estos días se están conociendo detalles de la autopsia de la actriz. De hecho, se ha hecho público que una apnea del sueño habría causado tan fatal desenlace. Sin embargo, el resto de informaciones sobre las pruebas realizadas al cuerpo de Carrie Fisher reflejan un panorama nada alentador. Y es que en el organismo de la mujer se encontraba éxtasis, heroína, cocaína, morfina, codeína, oxicodona y metadona.
Pese a que se desconoce hasta qué punto pudieron influir todas estas sustancias en el fatal desenlace, lo cierto es que parece que las terribles adicciones de Carrie Fisher habrían tenido parte de la culpa de un final prematuro para su vida.