Pepe (Juanjo Cucalón) acaba de prejubilarse en el banco en el que trabajaba. Está deseando invertir el dinero en un apartamento en la costa y una pequeña embarcación, pero su sueño se va al traste cuando su mujer, Nati (Chiqui Fernández), coge ese dinero para comprar un local y montar su propia peluquería. Nati por fin verá cumplido el sueño de toda su vida, y Pepe su peor pesadilla. Ahora que se ha convertido sin quererlo en el gestor de la peluquería, hará lo posible por recuperar su dinero racaneando en el nuevo negocio. Él se ha visto obligado a renunciar al sueño de su vida por el sueño de su mujer, pero a partir de aquí tampoco va a regalar nada. Cada euro deberá ser justificado. Por otro lado, Nati y Marga (Anna Gras), su mejor amiga, siempre han trabajado en una peluquería como asalariadas. Pero ahora han pasado de ser dos compañeras al mismo nivel, a ser una la jefa de la otra, con lo que su relación se verá afectada.
Con ese argumento llegaba a TVE 1 La Pelu, una suerte de sitcom que venía a sustituir al programa Hora Punta durante el periodo estival. La publicidad alrededor de la serie dejaba claro que la cadena apostaba fuerte por la ficción, pero hay que decir que el resultado roza la vergüenza ajena. Cualquiera que haya decidido regalarle a Gym Tony algunos minutos de su vida ya sabe a lo que nos referimos. El pretendido sentido del humor y los gags rozan lo ridículo y carecen de cualquier tipo de gracia. Al mismo tiempo, los aires de cutrez nos obligan a taparnos la cara o a cambiar de canal de forma inmediata, y es que la media hora de duración de la serie deja en nuestros rostros una mueca estridente que ni la del Joker.
Afortunadamente, creemos que el público soberano irá hundiendo el ya de por si pobre resultado de audiencia logrado por La Pelu en su primer capítulo. Un 8,5% de share que promete ir desplomándose día tras día.