Parece que eso de marcarse buenas secuelas es imposible. Millones de veces hemos escuchado eso de que “segundas partes nunca fueron buenas”, pero dos 18 de julio vinieron a demostrarnos que nada más lejos de la realidad. El Padrino II había marcado un camino que, en 1986, James Cameron continuaba. Aliens, el regreso venía a dar continuación a Alien, el octavo pasajero. Así, un clásico de la ciencia ficción era continuado por otro radicalmente distinto en su planteamiento, pero al menos igual de brillante.
Durante unos cuantos años, la misma idea seguía alimentándose. La originalidad y la escasa capacidad de sorpresa de la que suelen hacer gala segundas partes quedaba oculta tras la sonrisa del guasón. En el año 2008, Heath Ledger irrumpía como un torbellino en la historia del cine al dar vida al Joker en El Caballero Oscuro. Para muchos, la cinta de Christopher Nolan se convertía en la mejor película de la historia del cine. Una obra gloriosa e imprescindible que también se plantaba en carteleras un 18 de julio y en la que el impresionante nivel mostrado por Batman Begins subía un escalón hasta alcanzar la obra maestra.
“Segundas partes nunca fueron buenas”, dicen algunos. Se ve que todavía no se han enterado de lo que son capaces de hacer Cameron y Nolan.