Han sido meses cargados de contradicciones. Desde que los primeros materiales de Valerian y la ciudad de los mil planetas comenzaban a ver la luz, las sensaciones de que el proyecto era demasiado arriesgado no dejaban de asaltarnos. Los 210 millones invertidos por Luc Besson para adaptar el cómic de Pierre Christin y Jean-Clauder Mézières se antojaban una cifra demasiado elevada. El hecho de que la crítica se dividiese de forma radical tras los primeros pases tampoco ayudaba al éxito de un filme que, visto el coste, iba a necesitar de toda la colaboración posible para lograr un resultado feliz, lo que ha quedado lejos de suceder.
A día de hoy, las previsiones para Valerian y la ciudad de los mil planetas no podrían ser peores. Y es que la película se estrenaba en suelo americano con unos lamentables 17 millones de dólares que suponían un durísimo revés. Y es que las previsiones para la vida comercial de la película no van más allá de los 40 millones en Estados Unidos. De hecho, esta cifra supone un claro indicador de que la cosa no irá mucho más allá de los 120 en el total del resto del mundo, convirtiendo a Valerian en uno de los grandes fracasos de la historia del cine. Ahora sólo cabe esperar a que el mercado asiático salve lo que parece la crónica de una muerte anunciada.
¿Qué es Valerian y la ciudad de los mil planetas?
A través de una máquina del tiempo, los agentes terrícolas Valerian y Laureline están explorando Syrte, el principal planeta de un sistema de 1000 mundos. Su misión es descubrir si en el futuro los Syrtians representan un peligro para la Tierra. Lo que encuentran es un imperio en ruinas liderado por un grupo de aristócratas decadentes, la población lista para la revolución, y una misteriosa casta de sabios enmascarados que discretamente mueve los hilos de unas fortalezas ocultas. Agitados por los vientos de la historia, los agentes de la Tierra deberán elegir de qué lado están.