Muchos seguirán sorprendidos de que Los cuentos de la criada se llevase por delante a sus grandes rivales en la gala de los Emmy. No es para menos, ya que parecía que dos grandes fenómenos del calibre de Westworld o Stranger Things estaban llamados a acaparar los focos en la gran noche de la televisión. Sin embargo, esta extraña y brillante apuesta conseguía imponerse con claridad como la mejor serie del año.
Con una puesta en escena asombrosa y una potente historia, Los cuentos de la criada es de esas series ante las que uno tiene que caer rendido. Y es que resulta imposible no caer presa de una trama en la que, poco a poco, nos van agarrando del cuello y apretando un poco más. Y es que todo parece estar destruyéndose en un silencio atronador.
En un futuro distópico donde se ha implantado una dictadura fundamentalista, una joven se ve forzada a vivir como una concubina para dar hijos a su señor. Tras el asesinato del presidente de los Estados Unidos y la mayoría del Congreso, se instaura en el país un régimen teocrático basado en los más estrictos valores puritanos. Los Estados Unidos de América desde ese momento pasan a ser conocidos como la República de Gilead. En esa nueva sociedad la mayor parte de los valores modernos quedan olvidados. La mujer pasa a un segundo plano, siendo única y exclusivamente un objeto cuyo valor está en sus ovarios, pues hay un problema de fertilidad en Gilead…
dLa adaptación de la novela de Margaret Atwood funciona a las mil maravillas. Casi se podría hablar de la imposibilidad de construir algo mejor a partir de tan brillante obra. El trabajo de su plantilla de intérpretes y de una excelsa Elisabeth Moss tienen la culpa. Si todavía os preguntáis sobre la procedencia de premiar a la serie, eso es porque todavía no le habéis dedicado unas horas de vuestro tiempo a Los cuentos de la criada.