Hay que ver lo extraño que es el mundo del audiovisual. A veces nos encontramos con auténticas joyas creativas que, sin embargo, no consiguen hacerse con el favor del público, otras, mientras tanto, asistimos a desastres de impresionante índole, pero que arrasan entre el gran publico. Si no, que le pregunten a Madres Forzosas.
Después de varios meses pregonando su llegada, el spin-off femenino de la inolvidable Padres Forzosos se plantaba en la parrilla de Netflix con una propuesta de discutible calidad, pero que ya ha conseguido arrasar entre el público. Ni sus descuidadas tramas, ni su fallido humor han sido obstáculo para que una serie impropia de la televisión actual comience a ganarse un futuro más allá de la primera temporada.
Las aventuras de la familia Tanner continúan. DJ Tanner-Fuller comparte casa con su hermana Stephanie y su amiga Kimmy, que la ayudarán a criar a sus tres hijos. 13 capítulos carentes por completo del encanto de la serie original y que, por razones que se nos escapan, están consiguiendo una barbaridad de visionados en Netflix.