M. Night Shyamalan. Pronunciar este nombre provoca, inmediatamente, una intensa pelea entre partidarios y detractores. Tras saltar a la fama gracias a esa maravilla titulada El sexto sentido, el director nunca ha vuelto a lograr poner de acuerdo a crítica y público. No han sido pocos los sectores de ambos colectivos que decidían iniciar su particular cruzada contra un director al que muchas veces se le ha achacado el vivir de una sensacional ópera prima, pero de haber sido incapaz de mantener el nivel. Para muchos, El sexto sentido fue un golpe de suerte.
He aquí un alegato en defensa del brillante director hindú M. Night Shyamalan. Desde que firmase El sexto sentido allá por 1999, el público la ha tomado con un director atrevido y honesto. La febril ira de muchos espectadores a penas les ha permitido apreciar que, poco tiempo después, el director firmaba una de las cintas más brillantes de las últimas décadas.
En el año 2000, Shyamalan construye con El protegido el nacimiento de un superhéroe con la oscuridad que le caracteriza. Sin que nos demos cuenta, Shyamalan nos cuenta una auténtica historia de cómic en la que probablemente sea la mejor cinta de superhéroes de la historia (lo siento, Christopher Nolan). Arriesgada hasta lo descabellado, la cinta pone de manifiesto que no solamente estamos ante un brillante constructor de historias, sino también ante un maestro de la puesta en escena. Pocas veces se encuentra una obra tan audaz.
Han pasado unos cuantos años y lo cierto es que parece que El protegido ha conseguido convertirse en obra de culto. Sin embargo, el respeto que se le profesado hacia semejante maravilla todavía se antoja insuficiente.