Nota: 5,5
Menudo ajetreo el de estos chicos. Han sido años de mucha intensidad los vividos junto a Thomas y el resto de protagonistas de El corredor del laberinto. De hecho, cuando te persigue una organización que se llama CRUEL y hordas de zombis/infectados, el asunto se vuelve de lo más estresante. Varias horas sin más ambición que el mero entretenimiento (que no es poco decir) para llegar al desenlace de una historia que no daba para más.
Antes de nada, conviene darle las gracias a El corredor del laberinto: La cura mortal por no ofrecernos un último capítulo por duplicado. Esa costumbre tan habitual de estirar el chicle más de la cuenta y partir las novelas de cierre en dos partes ha quedado a un lado en una película que, sin embargo, se empeña en abarcar más de lo que debería. Y es que la tercera entrega de El corredor del laberinto se queda lejos de lo que debería ser por su afán de contar demasiadas cosas.
Cierto es que el primer episodio de la saga está muy por encima del resto, pero la segunda entrega mostraba una interesante capacidad de innovación. Desgraciadamente, el nuevo entorno ofrecido por El corredor del laberinto: La cura mortal se pierde entre pasajes demasiado dilatados. Todo se va sobrecargando innecesariamente en un filme que no se da cuenta de que, en muchas ocasiones, menos es más.
Pese a que el asunto se va de las manos, tampoco se puede negar que El corredor del laberinto: la cura mortal funciona de una manera interesante en muchos momentos. La cinta es trepidante antes de caer en la reiteración de pasajes y emociones. Así, cuando llegamos a lo que debería ser el momento en el que todo salta por los aires, ya estamos demasiado fatigados. Se pierde la tendencia alcista previa a un buen clímax. Error de bulto para un final que, sin embargo, no consigue que olvidemos los buenos ratos que nos ha ofrecido la saga. Más o menos acertadas, pero siempre honestas. Así recordaremos las películas de El corredor del laberinto.