El abogado Matt Murdock es ciego a causa de un residuo radioactivo, pero sus otros cuatro sentidos están especialmente agudizados. De día, Murdock representa a los oprimidos. Por la noche, es Daredevil, un héroe enmascarado que vigila las oscuras calles de la ciudad y lucha contra toda clase de injusticias. Así, allá por el año 2003, se presentaba en los cines de todo el mundo la película de Daredevil. El famoso personaje de las viñetas de Marvel daba su salto al cine rodeado de enormes expectativas, pero todo resultaba un desastre.
Conviene partir de la base de que el traje de Daredevil parece elegido por sus enemigos. Incómodo y rígido hasta la saciedad, este es solo uno de los elementos que llevaron la cinta al fracaso. Uno de los superhéroes personajes más violentos de las viñetas de Marvel es presentado aquí como un dulce mocete que quiere ligarse a una tal Elektra.
Efectivamente, la película de Daredevil es recordada como una infamia por parte de millones de fans. Cierto es que dista mucho de ser una maravilla y que poco tiene que ver con el superhéroe de los cómics. Sin embargo, conviene tener en cuenta que era una época en la que el cine de superhéroes no gozaba de muy buena salud. Además, se intentaba llegar al gran público a base de ajustarse más bien poco a las viñetas, ofreciéndonos personajes bastante diferentes a lo que las cabeceras de cómics nos tenían acostumbrados.
Dicho esto, puede que las expectativas nos jugasen una mala pasada con Daredevil. ¿Y si no supimos disfrutar de una cinta sin grandes pretensiones y con un mero afán de hacernos pasar un rato entretenido? Puede que hayamos estado dándole palos durante años a una película que realmente no era tan mala… o sí.