Vista la gran propuesta de Marvel para este 2018, la pregunta es obligada: ¿Estamos ante la mejor película de la Casa de las Ideas? A estas alturas, lo que si se puede garantizar es que crítica y público han caído rendidos a sus pies. Una taquilla de infarto en sus primeros días de exhibición, así como el increíble favor del público hacen de Vengadores: Infinity War una firme candidata a pulverizar los récords de la compañía en todos los sentidos.
Dicho esto, ¿qué tiene Infinity War que la hace tan especial? Para empezar, los hermanos Russo parecen haber sido capaces, como demostraron en sus anteriores trabajos, de darle una dimensión a las cintas de superhéroes levemente más madura. De hecho, su cine desprendía un olor inconfundible al de las conspiraciones setenteras y ahora muta en grandiosidad. Saben construir y saben rematar. Infinity War no pierde la esencia de Marvel. Hay acción y hay humor, pero por encima de eso hay una sensacional muestra de como se pueden manejar todas las virtudes del cine de superhéroes.
Por vez primera en las cintas de Marvel, el equilibrio entre oscuridad y desenfado ronda la perfección. Da la sensación de que todo el trabajo que lleva haciendo la compañía durante casi una década haya tenido como objetivo desembocar en esta trepidante obra. Todos los mecanismos funcionan con la precisión de un reloj y, lo más sorprendente, es que hay una capacidad de sorpresa sensacional. Todos los personajes han vuelto a encontrar nuevos retos de cara al futuro.
Así, con permiso de Iron Man, Los Vengadores y Civil War, parece que Infinity War consigue llevar a lo más alto lo que nos puede ofrecer una película de superhéroes. Habrá un antes y un después de esta perfectamente imperfecta cinta. Eso sí, nos cuesta quitarnos la sensación de que todo ha sido un trabajo milimétrico de cara a apartar a decenas de superhéroes un ratito para dejar a los Vengadores originales la labor de cargarse a Thanos.