Si más gente tuviese la asombrosa imaginación de Terry Gilliam, el mundo sería un lugar mucho más interesante. El viejo integrante de los Monty Python suele moverse entre el exceso y la obra maestra. Sus trabajos siempre son dignos de mención, pero pocas obras tan redondas hay en su filmografía como esa joya olvidada de los 90 titulada El Rey Pescador.
Gillian nos regalaba la hermosa historia de un locutor de radio rey de las ondas. Un tipo famoso y de vida exitosa que, por medio de su programa nocturno, aconseja a incontables oyentes. Todo cambiará cuando, tras una experiencia fatal con uno de los oyentes, caiga en desgracia. De la noche a la mañana su vida se destruye hasta convertirse en un vagabundo. Sin embargo, eso le permitirá empezar a conocer a gente y personajes que muestran enfoques distintos de la vida. De hecho, sus pasos se cruzarán con los de un enajenado profesor de historia al que se unirá para emprender la búsqueda del Santo Grial.
No hay concesiones sencillas ni lugares comunes. Terry Gilliam nunca ha sido tipo de tomar caminos sencillos. Así, El Rey Pescador explora los caminos más dolorosos de la soledad en una película sencillamente preciosa y en la que el tándem formado por Jeff Bridges y Robin Williams nos lleva al corazón. Sin lugar a dudas, una de esas películas inexplicablemente olvidadas.