Qué lástima todo lo que nos perdimos… Y es que hablar de Michael Cimino es hablar de la cumbre de los hundimientos. De un tipo llamado a hacer historia en la industria del cine, pero condenado por un proyecto que, curiosamente no estaba nada mal.
Con un saco de Oscars bajo el brazo después de su gran éxito El Cazador, Michael Cimino era el director más brillante y prometedor de la industria a mediados de los 70. Nadie podía negarle nada al talentoso joven. Cuando planteo el mastodóntico proyecto del western La puerta del cielo, todo el mundo se frotaba las manos en espera del nuevo éxito de Cimino. Nada más lejos de la realidad. El montaje presentado por el director a United Artist duraba 325 minutos, de manera que los productores la dejaron en 149 y absolutamente mutilada.
¿Cuál fue el resultado? Pues unas pérdidas de 115 millones de dólares, el final del “american new cinema” y el desplome de la carrera de Cimino. El director llamado a marcar una época desapareció para siempre. Solo cuatro leves intentos con películas irrelevantes en los siguientes 15 años desde aquel fatídico 1980. ¿Saben que es lo más curioso? Que La puerta del cielo es una obra magnífica.
El 2 de julio de 2016 moría Michael Cimino. Poca o ninguna atención mediática. Desde 1980, cuatro películas menores y el olvido para uno de los grandes talentos perdidos.
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