Nota: 6,5
Hay personas demasiado grandes hasta para vivir. Igual que en una pequeña isla no puede haber grandes depredadores, en un mundo tan pequeño como el nuestro, Freddie Mercury era incapaz de sobrevivir demasiado. Su voz, sus gestos, su ropa, su presencia y sobre todo su talento eran de un tamaño monstruoso hasta para él mismo. Una leyenda de la música y un tipo con el que se rompió el molde.
Bryan Singer ha sido el tipo con el aplomo suficiente como para retratar a Mercury en un filme. Y nos referimos concretamente a Mercury no por desprecio al resto de fenómenos que eran los integrantes de Queen, sino porque Bohemian Rhapsody es una película centrada exclusivamente en la figura del vocalista de la banda. Un biopic en el que no todo luce como nos gustaría, pero que disfrutamos a lo grande.
Bohemian Rhapsody dista mucho de ser la obra que podría haber sido. No es sutil en muchas de las situaciones abordadas y pasa de refilón por algunos asuntos que merecerían mayor análisis. También es atropellada en muchos pasajes, chocando frontalmente con la ambición de abarcar demasiado. Pero el gran problema es que estamos ante una película canónica y eso es inaceptable cuando se habla de una persona tan especial como Mercury.
A estas alturas pudiera parecer que Bohemian Rhapsody se quiebra en algunos momentos, pero nada más lejos de la realidad. El hecho de que Bryan Singer opte por el camino más sencillo no quita que sea un solvente director. Además, cuando las cosas se ponen feas, ahí está el excelso Rami Maleck resucitando a Freddie Mercury con asombroso brío. Por si no fuese suficiente, una canción de Queen siempre aparece de repente para calarnos hasta los huesos y recuperarnos para la causa.
Bohemian Rhapsody no es la película que podría ser, pero sí un filme atractivo. Al final, si te dejas arrastrar de la mano de Queen, la cosa nunca puede ir mal. Esta es la historia de un tipo demasiado grande para un bosque tan pequeño.