Parece mentira que no se haya convertido en uno de esos clásicos imprescindibles de los 80. Pese a estar ante una obra sensacional y con todos los ingredientes como para convertirse en un filme de culto, lo cierto es que gran parte del público ha olvidado esa maravilla de la ciencia ficción llamada Atmósfera Cero.
Corre el año tropocientos, pero Sean Connery sigue molando un huevo. De hecho lleva escopeta y tal, porque es policía, lo que le hace molar más. Después de que tres obreros muriesen de manera sospechosa en una mina de Júpiter, Connery es enviado a esclarecer las causas, pero lo que allí descubrirá es algo mucho más oscuro que incluso pondrá su vida en peligro. Todo ello no es motivo para que el intrépido policía abandone la misión, pero resulta suficiente razón para que nosotros reivindiquemos esta joya de los ochenta.
La realidad es que estamos ante un filme de ritmo endiablado y tensión desmedida. Resulta curioso que filmes mucho más pobres hayan superado el paso del tiempo y perdurado en la memoria, mientras que Atmósfera Cero sigue caminando hacia el olvido absoluto. Tres cuartos de lo mismo se puede decir de Peter Hyams, un director que apuntaba alto, pero que nunca volvía a rozar un nivel aceptable. De hecho, Atmósfera Cero le valía para convertirse en el director de la secuela de 2001: Odisea en el espacio, la cinta que enterraría su progresión.