No mentimos al decir que siempre hemos considerado que esta secuencia que os dejamos es una de las más grandes de la historia del cine. A la poesía visual y la inmensa carga emocional que supone el momento en el que Michael Sullivan (Tom Hanks) acaba con la vida del hombre al que siempre ha considerado como un segundo padre, el señor Rooney (Paul Newman) hay que añadirle algo trascendental: Se trata de la última escena en el cine del grandísimo Paul Newman. La despedida no podría haber sido mejor para esta leyenda del cine.
Efectivamente, hablamos de Camino a la Perdición. Corría el año 2002 y, a sus 77 años,Paul Newman ya no se prodigaba demasiado por la gran pantalla. Faltaban seis años para su muerte, pero desde que ganase el Oscar en 1986 por El color del dinero, a penas ocho habían sido las apariciones en la gran pantalla de la leyenda del cine. Paul era estilo, clase y talento, lo que demostró hasta el último minuto de su vida. Consciente de lo que representaba para el cine, el actor decidió que sólo iba a trabajar si el papel merecía la pena. Lejos del empeño que muchas estrellas muestran por emborronar sus carreras por dinero, Paul tenía claro que su despedida iba a ser bien diferente.
Resulta difícil imaginar un final más hermoso. Firmando una de las escenas más poderosas del cine moderno, Paul Newman se despedía de la gran pantalla bajo la lluvia, un sombrero calado y la admiración de millones de cinéfilos. En 2005 haría una aparición en la miniserie de la HBO, Empire Falls. Su voz quedaría también en la película Cars, pero aquella escena de Camino a la perdición se convertía en su retirada de la gran pantalla. “Me alegro de que seas tú”, le dice a Tom Hanks.
Disfrutad, porque si esto no es poesía…