Nota: 6
Cuando un tipo es tan sumamente bueno tras las cámaras, siempre ocurre algo interesante. A la hora de revisar las filmografías de los más excelsos directores, nos encontramos obras maestras y filmes menores. Sin embargo, hasta en la más floja de sus películas, esto grandes son capaces de dejar decenas de detalles interesantes. Thomas Vinterberg es uno de ellos.
Festen, Submarino, La caza… Un fenómeno el director danés. Cualquiera de sus películas se antoja cita imprescindible para cualquier cinéfilo. Así, tras la floja La comuna, Kursk se convertía en una nueva oportunidad para disfrutar de su talento. Y vaya si luce esplendoroso. El filme sobre la tragedia del submarino nuclear ruso hundido en el año 2000 es el terreno elegido para desplegar su buen hacer. Lástima que la historia no esté a la altura. No porque el archiconocido accidente del Kusk no sea para poner los pelos de punta, sino porque se antoja casi imposible dotar de épica una situación cuya resolución conocemos de sobra.
Efectivamente, Kursk luce esplendorosa en tierra firme. Ahí es donde su emocionalidad alcanza niveles notables y donde la cinta nos muestra un mundo desconocido. Dentro del submarino, la cosa no va mucho más allá de los lugares comunes. Eso sí, merece especial mención el trabajo directo y sutil de contextualización de toda la película, con cambios de formato incluidos. Y ese es el gran problema de una historia que no permite demasiado margen de acción.
Hay buenos actores y un sensacional director. De hecho, algunos momentos se revelan como ejercicios cinematográficos de gran nivel. Desgraciadamente, no se puede hacer mucho más que firmar una cinta entretenida cuando se parte de un guión carente de todo riesgo. Lástima.