5. 120 pulsaciones por minuto: El cine francés sigue de dulce, lo que queda de manifiesto con una película sin espacio para la autocompasión y plagada de energía. París, principios de los años 90. Un grupo de jóvenes activistas intenta generar conciencia sobre el SIDA. Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha.
4. En la sombra: La vida de Katja se hunde cuando su marido y su hijo mueren en un atentado con bomba. Tras el duelo y la injusticia, llegará el tiempo de la venganza. No queda nada. Solo hay dolor y una sed de justicia que tampoco promete afrontar el futuro con mucho optimismo. Sin embargo, al menos esa caza sirve para hacer más llevadero el dolor de un personaje tan destruido como el de la excelsa Diane Kruger. Faith Akin nos noquea por enésima vez.
3. Custodia compartida: Cuesta respirar. Pese a que la larga secuencia de apertura de Custodia Compartida no se preste a imaginarlo, estamos ante uno de los filmes más cruentos que ha dado el cine en su juego con la tensión. Myriam y Antoine Besson se han divorciado, y ella solicita la custodia exclusiva de su hijo Julien para protegerlo de un padre al que acusa de violento. Antoine defiende su caso como un padre despreciado, y la juez del caso sentencia a favor de la custodia compartida. Empieza así el infierno que nos ha preparado Xavier Lengrand.
2. Tres anuncios en las afueras: Probablemente, la mejor película de los últimos tiempos. Si no, al menos el mejor guión por cortesía de Martin McDonagh. A ello se suman tres actores en estado de gracia, como Frances McDormand, Sam Rockwell y Woody Harrelson. Mildred Hayes, una mujer de 50 años cuya hija adolescente ha sido violada y asesinada, decide iniciar por su cuenta una guerra contra la Policía de su pueblo, Ebbing, al considerar que no hacen lo suficiente para resolver el caso y que se haga justicia. Su primer paso será contratar unas vallas publicitarias denunciando la situación y señalando al jefe de policía, William Willoughby, como responsable principal de la pasividad policial.
1. Cold War: Después de ganar el Oscar y dejarnos completamente asombrados con Ida, Pawlikowski es incluso capaz de mejorar su excelso trabajo anterior. Cada plano de Cold War es como si el cine y toda su esencia se concentrasen en un momento concreto para calarnos hasta los huesos. Es tan hermosa que queremos agarrarla todo el tiempo mientras su metraje se nos escapa entre los dedos.
– Mención especial para Roma: El final del año nos ha dejado una película de esas que desprenden un aroma a eternidad. Roma es de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. La oda a su infancia del gran Alfonso Cuarón. Bella, emotiva, brillante… Más de dos horas en blanco y negro que son un auténtico canto de amor al cine. Difícil imaginar una película mejor que la que se ha sacado de la manga el director mejicano.