El mundo estaba en sus manos. Todos a los que tocó la magia de El señor de los Anillos salieron con su carrera disparada. La trilogía de Peter Jackson se convertía en un exitazo de tal calibre que sus protagonistas veían disparadas sus cotizaciones. Eso sí, el rostro que mejor parado salió de todo fue el de Orlando Bloom, el inolvidable Legolas.
Por aquel entonces arrancaba la prometedora carrera de un actor al que el público adoraba. Así llegaría otra saga de las de reventar taquillas: Piratas del Caribe. La cosa marchaba de lujo, hasta el punto de que nadie dudaba de que había nacido una estrella. Sin embargo, la carrera de Orlando Bloom dejó de volar cuando más alto apuntaba.
Bajo ningún concepto puede decirse que Bloom sea una de esas estrellas fugaces que se quedan sin proyectos de interés en sus agendas, pero lo que tampoco se puede negar es que pasaba a un segundo plano en el firmamento de Hollywood. Aquellos días en los que era solicitado para Troya o El reino de los cielos quedaron atrás. Fueron siete años excepcionales entre la primera entrega de El Señor de los anillos y la tercera de Piratas del caribe (2001 a 2007). A partir de ahí, nada desastroso, pero tampoco nada reseñable.
A excepción de su participación en la floja El Hobbit, poco se recuerda de los diez últimos años de la carrera del actor. Zulu era interesante y la miniserie Easy tampoco estaba más. Más allá de eso, poca cosa. Orlando Bloom se perdió por el camino en su intención de ser una de las más grandes estrellas de Hollywood, pero nadie le puede negar que lo fue durante unos años.
Siempre me pregunto porque no logró triunfar después de haber tenido tanto éxito.. así es Hollywood