No es normal encontrarse con una película de semejante encanto. Efectivamente, se acerca el momento de dar los premios gordos. El próximo 24 de febrero, todas las miradas de la industria del cine estarán puestas en la gala de los Oscar. Y es que ese día es el elegido para la entrega de los galardones más importantes de la industria del cine. Un evento al que acudirán grandes figuras con sus mejores películas y de la que saldrá una máxima ganadora que tiene toda la pinta de ser Roma.
No sabemos lo que ocurrirá. De hecho, no vamos a negar que roma sería una justa vencedora. La cinta de Alfonso Cuaron es una maravilla, pero se encontrará con la oposición de cintas como Green Book, una de esa películas que dignifican este tipo de eventos.
Años 60. Cuando Tony Lip (Viggo Mortensen), un rudo italoamericano del Bronx, es contratado como chófer del virtuoso pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali), durante una gira de conciertos por el Sur de Estados Unidos, deberá tener presente “El libro verde”, una guía que indicaba los pocos establecimientos donde se aceptaba a los afroamericanos. Son dos personas que tendrán que hacer frente al racismo y los prejuicios, pero a las el destino unirán, obligándoles a dejar de lado las diferencias para sobrevivir y prosperar en el viaje de sus vidas.
Todo es sutil, estiloso, interesante y encantador en Green Book. La cinta de Peter Farrelly es maravillosa. Sin hacer grandes alardes, nos encontramos con una historia seductora y unos personajes excelsos. Para colmo, Viggo Mortensen y Mahershala Ali vuelven a demostrar que pocos actores de su nivel hay en el planeta. Una ecuación perfecta que convierte a Green Book en una de esas cintas que te hacen salir de la sala de cine con una satisfacción plena y eso es impagable.