Nota: 3,5
La comedia en nuestro país goza de una salud sensacional. Cada año asistimos a grandes taquillazos sustentados en no pocas dosis de calidad. Y es que si algo tiene el público es que no es estúpido. Si las salas de Ocho apellidos vascos, Campeones o Perdiendo el norte se llenaban, era en buena medida por sus múltiples virtudes creativas. Las cosas no suelen pasar porque sí y el que piense lo contrario, se expone a un riesgo elevado.
Perdiendo el este no funciona. A pesar de los enormes y valorables esfuerzos de sus intérpretes, no hay manera de levantar el vuelo. La película, en sus momentos más logrados, no consigue más que sacar alguna tenue sonrisa. Cada situación se impregna de chistes más propios de los 90 tempranos. Para colmo, la capacidad de sorpresa es nula.
Efectivamente, el desastroso guión de Perdiendo el este lo lastra todo. Enormemente divertida, la cinta conseguía también emocionarnos con una historia de múltiples dimensiones. Ahora todo se vuelve plano hasta lo dramático. Los chinos hablan con la ele y tienen los ojos rasgados. Esa es la base de todo. Con eso, tira millas.
Perdiendo el este falla. Es una pena, porque una buena hiperbolización en la comedia puede llegar a ser muy disfrutable. No es el caso. La comedia que llega a nuestras salas será olvidada pronto y no provocará risas en las las salas. Eso sí, el mayor delito es desaprovechar a un equipo tan entregado a la causa.