Son realmente magníficos, pero no deja de sorprender el recordar que iniciaron su andadura hace tres décadas. Pocas series han conseguido calar tan hondo en la sociedad como la sensacional Los Simpson. La ficción animada de Matt Groening nos ha regalado centenares de momentos inolvidables en auténticos alardes de ingenio. Buena parte de la culpa de ello la tienen decenas de carismáticos e inigualables personajes a los que todos conocemos. Efectivamente, Los Simpson molan un mundo, pero su historia también tuvo un principio.
Fue un 17 de diciembre de 1989. Ese día una nueva y gamberra serie animada se plantaba en la parrilla televisiva. Un día en el que se emitía el capítulo Sin blanca Navidad, el primero de una larga lista que ya va camino de los 700.
Homer se ha quedado sin paga extra de Navidad. En la central nuclear acaba de anunciarles que ese año no habrá un plus en sus cuentas. Afortunadamente, los ahorros de Marge serán suficientes para pasar una buena Navidad. El problema es que Bart ha decidido hacerse un tatuaje pese a la prohibición de su madre. “Mother” es la palabra que se está tatuando cuando Marge le sorprende. Como solo lleva parte de la palabra, se lee “Moth” (polilla). Así, la mujer decide gastarse los ahorros de navidad en borrárselo. Cuenta con que Homer tendrá una paga extra.
Cuando el bueno de Homer se da cuenta de la ruina de Navidad que les espera, opta por ocultar a su familia el hecho de que no tendrá paga de Navidad. Así, siguiendo el consejo de Barney, consigue un empleo como Santa Claus en el centro comercial. Desgraciadamente, Bart le quita la barba tras una apuesta con Milhouse, descubriendo a su padre.
Con los 13 dólares ganados, Homer va al canódromo para apostar en las carreras de perros. Creyendo ver una señal, se juega su dinero a un animal llamado Pequeño Ayudante de Santa Claus. Como no podía ser de otra forma, el perro termina último y abandonado por su dueño, harto de que pierda siempre las carreras. Cuando Homer y Bart se encuentran al Ayudante en el parking, deciden adoptarlo. Así, el perro entraba en la casa como un genial regalo navideño y Los Simpson iniciaban su exitoso periplo televisivo.