Aquello eran tornados y lo demás son tonterías. Helen Hunt y Bill Paxton lideraban el reparto de una cinta trepidante. Dos grupos de científicos, que siguen a las tormentas y tornados para estudiar su comportamiento, compiten por ser los primeros en conseguir resultados. Su objetivo es analizar la mayor tormenta de Oklahoma en el último medio siglo. En el grupo con menos recursos está Jo Harding, una mujer a punto de divorciarse, que tendrá que pedir ayuda a su marido. El otro grupo está mucho mejor equipado.
Efectivamente, Twister es una de esas películas que todos consideran irrelevantes. Cierto es que no estamos ante ciudadano Kane, precisamente. Pero lo que no se puede negar es que se trata de uno de esos filmes capaces de pegarnos al televisor cada vez que se deja caer por el lugar. Y es que en la variedad está el gusto. Eso lo sabía perfectamente un Jan de Bont que, tras firmar la gloriosa Speed, se marcaba otro trabajo de esos capaces de pegarte a la butaca.
Puede que Twister no sea el mejor guión que hemos visto en nuestras vidas, pero tampoco es que fuese necesario. Una buena película de catástrofes siempre es de agradecer, especialmente si se marca un despliegue de efectos visuales tan bueno. Con un guión de nuestro adorado Michael Crichton, todo termina convirtiéndose en una hamburguesa, pero e las buenas. No siempre apetece alta cocina.
Apelando al lado más nostálgico, Twister también es capaz de darnos un pellizco en el corazón, ya que en la cinta desplegaban su inolvidable talento dos grandes actores que se fueron antes de tiempo: Bill Paxton y Philip Seymour Hoffman.