Puede que la última temporada se les haya ido de las manos, que los guiones ya no sean tan pulcros o que ya no sea una serie de gente urdiendo cosas, pero no se puede negar que lo que nos ha ofrecido este auténtico fenómeno televisivo es incomparable. Se acaba Juego de Tronos y la reflexión el clara: que ocurra lo que tenga que ocurrir.
Ha sido glorioso todo este tiempo. Nunca la televisión había conseguido romper de una forma tan evidente la barrera con el cine. Impecable factura y un millón de momentos inolvidables. Juego de tronos ha conseguido hacer que lo pasemos en grande durante ocho temporadas, por lo que ahora parece lo más adecuado sentarse a disfrutar de un último episodio que jamás podrá estar a la altura de las expectativas, ya que estas están son sencillamente inalcanzables.
Juego de Tronos ha conseguido dárnoslo todo. Respeto eterno a una serie maravillosa y que pase lo que tenga que pasar.