Ha sido toda una decepción. Después de una larguísima espera, X-Men: Fénix Oscura llegaba a las salas de todo el planeta. La nueva entrega de la saga mutante y última en el seno de Fox prometía emociones fuertes, pero lo cierto es que todo terminaba con un resultado bastante pobre. La película no funcionaba y la taquilla se lo hacía notar.
Innumerables retrasos y varios reshoots tenían la culpa de que llegásemos al estreno de la cinta bastante preocupados. Cierto e que el arranque de la película es realmente poderoso, pero todo se va desmoronando hasta llegar a un final realmente decepcionante. Y es que la película era mucho más oscura, hasta el punto de terminar con la muerte del personaje de Sophie Turner. Caminos más adultos que no convencían a los productores del filme. Se buscaba algo más suave y parece que esto que hemos visto en los cines es lo que les sedujo.
Así las cosas, X-Men: Fénix Oscura se convierte en el enésimo ejemplo de que lo mejor es dejar trabajar a los creativos, ya que una buena película siempre triunfa. Sin embargo, de sujetar el proyecto a los supuestos gustos del público, el patinazo está garantizado.