Robert Aldrich nunca fue un director muy dado a las concesiones. El responsable de ¿Qué fue de Baby Jane? es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes de la historia del cine. Una leyenda forjada sobre una máxima: ni un paso atrás. No solo eso, sino que estamos ante uno creativo de esos que parecen haber nacido demasiado pronto. Algo que se ponía especialmente de manifiesto allá por 1967 con esa auténtica y salvaje maravilla titulada Doce del Patíbulo.
El comandante Reisman es un oficial estadounidense que se ha distinguido por su valor en la campaña de Italia, durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, su mayor virtud no es la disciplina; de ahí que las relaciones con sus superiores sean más bien tensas. Sin embargo, debido a su brillante historial militar, no dudan en encargarle una misión suicida: asaltar una fortaleza nazi y matar a sus ocupantes, todos ellos altos mandos del régimen. Para ello tendrá que someter a un durísimo adiestramiento a doce presidiarios.
¿Os suena? El gran Quentin Taranino se basó completamente en Doce del Patíbulo para construir a sus Malditos Bastardos. Aldrich se había atrevido a dejar a todos boquiabiertos en un tiempo en el que las cintas de nazis eran retratos de héroes y villanos. Aquí, sin perder de vista lo evidente, las líneas se difuminaban de una forma que en Hollywood costaba asimilar. Por si no fuese suficiente, la moral distraída de los supuestos “buenos” escandalizaba a propios y extraños.
Lo suyo no era hacer lo que creía que iba a amasar más dinero, a darle más premios o a contentar a más peces gordos. Lo de Robert Aldrich era cine en su máxima expresión y esta joya lo demuestra. Lee Marvin, charles Bronson, Ernest Borgnine, John Cassavetes, Donald Sutherland… Un grupo de antihéroes al que conviene reservarle lugar de honor dentro de la historia del cine.