Si anteriormente dábamos como clave tres títulos que toda la familia puede disfrutar sin temor a que sus criaturas se traumaticen -aunque de todo hay en la viña del Señor y hay niños fácilmente impresionables-, hoy dejamos un par de pelis que podrían constituir un primer programa de Halloween para los más peques de la casa.
“La leyenda de Sleepy Hollow” (1949)
Se trata de un mediometraje (34 minutos) centrado en la historia que todos conocemos sobre el pueblo de Sleepy Hollow, Ichabod Crane y el jinete sin cabeza. Seguro que a alguno se le ha venido a la cabeza la pieza de Tim Burton con Johnny Depp como protagonista o la nueva serie estadounidense que transcurre en la actualidad (con esa abominable moda de adaptar las historias y cuentos clásicos a nuestro contexto con mayor o menor fortuna.) Esta versión codirigida por Clyde Geronimi y Jack Kinney es una adaptación animada muy lograda del cuento de terror de Washigton Irving: combina el miedo con la comedia y la música, que ya sabéis que es una de las especialidades de Disney. A veces peca un tanto de infantilona e ingenua, pero, eh, ¡que estamos en un Halloween para los más peques! En cualquier caso, no por ello deja de ser más disfrutable.
“Frankenweenie” (2012)
Tim Burton alumbró un simpático corto en los ochenta con Barret Oliver como protagonista en el que hacía una especie de parodia-homenaje a Frankenstein y su obra. En este caso, el reanimado no es un engendro conformado con distintas piezas, sino una mascota muy querida que es capaz de volver a la vida a través de los impulsos eléctricos. Del “Frankenweenie” de los ochenta al más reciente han cambiado varias cosas: ya no es una película con personas de carne y hueso, sino que es de animación y con las características burtonianas que sus personajes suelen tener: ojos saltones, rasgos puntiagudos, estilización extrema, etc. Tampoco hay color, lo que podría enseñarle a los peques que el blanco y negro también es una opción que no perjudica el entretenimiento y que, en este caso, sirve para elevar la pretendida oscuridad de la cinta. Y, por supuesto, de los veinte minutos que duraba la otra, ha pasado a triplicarla más o menos.
Lo cierto es que es bastante divertida y tiene varias referencias, tanto personales como a otros autores, para aquellos más crecidos que se sientan a verla. No llega a ser de esas pelis con doble fondo, porque es más bien infantil, tierna y predecible como toca, una historia para niños al fin y al cabo, pero prometo que, como mínimo, entretiene.