Pudo ser una cinta para la historia, pero la cosa quedó en nada. Después de siete años interpretando el papel de Iron Man, se nos antoja imposible pensar en el famoso personaje de Marvel sin que se nos venga a la mente de forma automática el rostro de Robert Downey Jr. y su sarcástica sonrisa. Lo que no sabíamos es que el hecho de que el personaje acabase en manos del carismático actor fue el resultado de un conjunto de avatares del destino que acabaron por alejar el proyecto de las manos de otro popular actor.
Desde mucho tiempo atrás, la idea de llevar a la gran pantalla al personaje de Iron Man estuvo rondando por los despachos de las principales productoras de Hollywood. Especial interés en ello tenía Tom Cruise. El actor se convertía en la pieza angular del ansiado proyecto durante la década de los 90 y principios del nuevo milenio, pero los reiterados intentos por sacar adelante el proyecto fracasaban una vez tras otra. En un momento dado, el propio Cruise incluso pasaba también a labores de producción, pero ni así fructificaba la idea.
El tiempo iba pasando hasta que allá por 2006 llegaba un primer guión para la cinta. A esas alturas, Tom Cruise ya había perdido prácticamente el interés en el filme. De hecho el actor se consideraba demasiado mayor y poco apto para el papel, rechazando la idea de convertirse enTony Stark.
Actualmente solo nos queda agradecer al bueno de Tom Cruise que le dejase el camino libre a Robert Downey Jr., porque Cruise nos gusta, pero se nos antoja imposible que ni él ni nadie hubiesen logrado un Tony Stark/Iron Man tan carismático como el construido por el genial Downey Jr.