Se cumplieron los pronósticos. La gala de los Emmy tenía toda la pinta de convertirse en un homenaje por todo lo alto a Juego de Tronos. Aprovechando el final del mayor fenómeno de la historia de la televisión, los máximos galardones de la industria televisiva estaban plagadas de Poniente. De hecho, hasta nueve de sus protagonistas aspiraban a hacerse con algún premio interpretativo (cuatro de las seis candidatas a Mejor Actriz Secundaria en Drama eran de la serie).
Así las cosas, la octava y última temporada de Juego de Tronos le valía para hacerse con el Emmy a la Mejor Serie Dramática. Las iras de los fans no consiguieron evitar una victoria que, sin embargo, quedaba lejos de producirse en categorías interpretativas. Solo Peter Dinklage (Tyrion Lannister) conseguía llevarse el gato al agua como Mejor Actor de Reparto. Era su tercer Emmy después de estar nominado hasta en siete ocasiones. Victoria exigua de una serie que, eso sí, arrasaba en categorías técnicas con otros 10 galardones.
Por su parte, Fleabag lograba hacerse con el premio a Mejor Comedia y Chernobyl hacía lo propio en la categoría de Mejor Miniserie. Noche de dragones, pero con mesura.